Para alcanzar la esencia


Había un muchacho cuyo sueño era convertirse en artista desde que era joven. Dejó su ciudad natal y fue a ver a un artista famoso, rogándole que le enseñara a pintar y le expresó que estaba dispuesto a hacer los quehaceres de la casa. Al ver su pasión, el famoso artista le permitió quedarse. El joven comenzó a desarrollar habilidades copiando las obras de arte del artista. A medida que sus dibujos comenzaron a parecerse a los de su maestro, se volvió más y más soberbio.

Un día, el joven completó un dibujo de dos tigres, que se parecía mucho al de su maestro. Sintió curiosidad y quiso comprobar si su maestro sabría cuál era el suyo. Entonces le devolvió su propio dibujo al maestro en lugar del dibujo original. El maestro lo notó de inmediato y se enfureció. El joven, que solo había visto el lado amable de su maestro, se dio cuenta de que había cometido un gran error y pidió perdón con desesperación. Cuando el maestro recobró la calma, el joven le preguntó con cuidado:

—Ambos me parecen iguales. ¿Cómo notó la diferencia?

—Mira las pupilas de la madre tigre. ¿No ves el reflejo del cachorro? Es fácil copiar la apariencia exterior, pero es difícil llegar a la esencia. Tus ojos necesitan comprender incluso lo que se esconde en el interior.
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