Luego, el orador dio una nueva instrucción:
—Tomen cualquier globo y entréguenlo a la persona cuyo nombre esté escrito en él.
Esta vez, en menos de dos minutos cada uno tenía su propio globo. El orador se dirigió al grupo:
—La felicidad es muy parecida a encontrar al dueño de un globo. Si cada uno busca solo su propia felicidad, por más que lo intente, nunca la encontrará. Pero si ayudamos a los demás a encontrar su felicidad, también encontraremos la nuestra. Así como devolvieron el globo de la otra persona, traten de compartir lo que tienen con los demás. Haciendo esto, no solo ellos experimentarán la felicidad, sino también ustedes.
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