Un erudito estaba en su jardín, con un hacha en la mano, observando dos caquis. Un árbol producía una abundante cosecha de frutos astringentes, difíciles de disfrutar frescos. El otro solo daba unos pocos caquis Hachiya, dulces y deliciosos. Frustrado por los escasos resultados y el espacio que ocupaban los árboles, el erudito decidió eliminar uno de ellos. Mientras permanecía absorto en sus pensamientos, su esposa se acercó en silencio y dijo:
—Este puede que solo dé unos pocos frutos, pero son dulces y frescos. Y aunque los caquis del otro árbol son amargos, se pueden secar para obtener sabrosas golosinas o suaves rodajas de fruta seca.
Al escuchar sus palabras, el erudito reconoció haberse precipitado, juzgando solo por lo visible a primera vista. Arrepentido, bajó el hacha y optó por conservar ambos árboles.
Cuando juzgamos basándonos solo en las apariencias superficiales, corremos el riesgo de pasar por alto el valoroculto. A veces, necesitamos hacer una pausa, dejar el hacha y preguntarnos si hay algo que aún no hemos notado. Y cuando lo hagamos, quizá nos encontremos disfrutando tanto de los caquis frescos y dulces como de los secos.
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