
Konosuke Matsushita, el conocido empresario, a menudo optaba por cenar con sus empleados en la cafetería de la empresa. Un día, para el almuerzo sirvieron un filete de res. Mientras los empleados disfrutaban de su comida, el presidente apenas tocó su plato. Después del almuerzo, le dijo tranquilamente a su asistente:
—Por favor, tráeme al chef.
Al notar que más de la mitad del filete permanecía en el plato del presidente, el asistente sintió una punzada de preocupación mientras iba a buscar al chef. Unos momentos después, el chef, visiblemente nervioso, llegó y preguntó con cautela:
—¿Hubo algún problema con la comida, señor?
El presidente respondió con una suave sonrisa.
—De ninguna manera. El filete estaba excelente. Simplemente no me sentí bien hoy y lamento no haberlo podido disfrutar todo. Lo llamé hasta aquí solo para hacérselo presente.
Le preocupaba que el chef pudiera sentirse desanimado al ver la comida sin terminar. Su gesto considerado se convirtió en un brillante ejemplo de bondad y liderazgo, dejando una impresión duradera en todos los presentes.
3