
Así como un tigre es recordado por su piel y una persona por su nombre, el pino deja algo especial cuando muere: un núcleo incorruptible de madera rica en resina.
Cuando un pino se quiebra por los fuertes vientos o se corta, libera una sustancia pegajosa conocida como resina. Así como nuestros cuerpos sangran, forman costras y sanan, la resina es la forma natural en que el árbol se protege y cura sus heridas. Con el tiempo, la resina penetra en el duramen y se endurece; el resultado es una madera excepcionalmente densa y duradera.
Este pino rico en resina es más resistente que la madera común. Sus anillos de crecimiento son vívidos, y contiene más fi toncidas —compuestos orgánicos conocidos por su aroma fresco y purifi cante— que el ciprés. Sus aceites concentrados hacen que arda con facilidad y se resista a apagarse, lo cual lo hacía ideal para antorchas y leñas antes de los combustibles modernos. Aunque pasen años o siglos, no se descompone. Sus fi bras densas y llenas de resina forman una barrera natural contra insectos y bacterias.
La corteza exterior puede descomponerse y desaparecer, pero el núcleo resinoso perdura por miles de años. Nacido de las difi cultades y la resiliencia, este duramen incorruptible se esconde dentro de los pinos que han resistido en silencio las tormentas del tiempo.
0