Todavía aprecio nuestros recuerdos de la infancia: colándome en tu habitación, conversando hasta muy de noche, hasta quedarnos dormidos. Aunque soy la mayor, a menudo eras tú quien mostraba paciencia y amabilidad, siempre cuidando de mí. Nunca te quejaste, siempre hacías recados y me ayudabas, como si mis preocupaciones fueran las tuyas. Estoy muy agradecida de tener un hermano tan amable y confiable. ¡Haré mi mejor esfuerzo por ser igual de buena contigo!