
A mi madre y a mi hermana menor les encantan los caquis blandos.
Un día, mi mamá me susurró después de esconder un caqui blando
sin que se percatara mi hermana, que tiene buen apetito.
—Chsss, lo escondí.
Pero poco después, mi hermana dijo en voz alta en la cocina.
—Mamá, ¿puso esto aquí para mí?
En ese momento, el intento de mamá se volvió inútil.