Buena tierra


Para que una semilla crezca y produzca muchos frutos, debe caer en buena tierra. Una vez que echa raíces, ya no puede moverse, por lo que el tipo de suelo en el que cae es crucial para su crecimiento. ¿Pero qué es exactamente lo que hace que el suelo sea adecuado para una planta?

La fertilidad o esterilidad de la tierra se determina por la calidad de su suelo. El suelo fértil tiene un excelente drenaje y aireación, permitiendo que el agua y el oxígeno circulen libremente, y está lleno de microorganismos. Al igual que las bacterias intestinales que apoyan nuestro sistema inmunitario, estos microbios descomponen la materia orgánica, suministran nutrientes a las plantas y ayudan a protegerlas de enfermedades y plagas. Su labor también mejora la estructura del suelo, potenciando de manera natural tanto el drenaje como la circulación del aire. Cuando se usan en exceso fertilizantes químicos o pesticidas y estos organismos mueren, el suelo se endurece, lo que dificulta el crecimiento de las plantas. En resumen, un suelo vivo y activo es un buen suelo.

Cuando el suelo está en buen estado, más de la mitad del trabajo agrícola ya se ha realizado. Por esta razón, un verdadero agricultor no se limita a centrarse exclusivamente en los cultivos, sino que también presta una profunda atención al cuidado de la tierra. Así como nuestros corazones a menudo se comparan con campos, si cultivamos nuestro corazón de manera positiva, ¿acaso no obtendremos buenos frutos en lo que nos propongamos?
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