Palabras suaves, corazones abiertos

Cuando hablamos suavemente, con consideración y respeto, abrimos la puerta a una comunicación fl uida y un hogar pacífi co y lleno de amor.

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Cuando piensa en la postura más cómoda, probablemente se imagina tumbado en la cama o relajado en un sofá. Los colchones blandos y los cojines afelpados ayudan al cuerpo a liberar tensiones, y cuando el cuerpo se relaja, la mente le sigue. De la misma manera, si deseamos que nuestras palabras lleguen al corazón de alguien con comodidad, también deben ser suaves, como un cojín para los oídos y la mente.

Este tipo de comunicación refl exiva es especialmente importante en situaciones en las cuales podría surgir un confl icto, como cuando se hace una petición, se rechaza a alguien, se da un consejo o se expresa una opinión diferente. En esos momentos, es esencial hablar de una manera capaz de transmitir el mensaje sin herir los sentimientos de la otra persona. Utilizar un lenguaje amable y respetuoso ayuda a comunicar las palabras con suavidad, aumentando así las probabilidades de ser recibidas con franqueza.


Aunque en el servicio al cliente se suele hacer hincapié en este tipo de discurso considerado, es igual de esencial en casa. Con la familia, a menudo hablamos abiertamente, sin pensar en cómo pueden sonar nuestras palabras. Pero las palabras carentes de cuidado y respeto son como sentarse en una silla dura y sin cojín: incómodas y difíciles de soportar. Y esa incomodidad termina por alejar a la gente.


Al hacer peticiones


Los miembros de la familia se ayudan unos a otros sin esperar nada a cambio. Debido a esa cercanía, a menudo asumimos que nuestras peticiones se cumplirán de forma natural, y acabamos hablando en tono dominante. Pero incluso cuando la petición en sí es sencilla, la otra persona puede sentirse reacia si suena como una orden. Esto es porque a la gente generalmente le disgusta recibir órdenes; incluso en una familia, la voluntad viene de la libertad de elegir. Sentimos más alegría al ayudar cuando se trata de una decisión propia, no de una presión.

Por este motivo, es importante hablar en un tono amable y acogedor para animar a la otra persona a ayudar. Por ejemplo:


En lugar de:

“Limpia el baño”,
“Pon la mesa”,
“Tráeme un poco de agua”.

Intente decir:
“¿Podrías limpiar el baño mientras lavo los platos?”,
“Tengo hambre, ¿qué tal si comemos ahora?”,
“Tengo un poco de sed. ¿Te importaría traerme un vaso de agua?”.

Aunque la petición es la misma, suena mucho más suave de esta manera y es más probable recibirla con agrado. Si su familia no responde a sus peticiones, tómese un momento para refl exionar sobre cómo se lo pide. La forma de hablar puede marcar la diferencia.


Cuando se dice “no”


Aun cuando alguien de su familia se lo pide amablemente, hay ocasiones en las cuales sencillamente no puede decir que sí. Quizá la petición sea excesiva, el momento no sea el adecuado o decir que sí en realidad no les ayudaría.

Pero responder con un tajante “no”, “no puedo” o “ahora no” puede parecer frío o despectivo. La gente suele tomarse la negativa como algo personal, no solo como un rechazo a su petición, sino como un rechazo a sí mismas. Y cuando la respuesta suena dura, puede dejar heridas emocionales.

Entonces, ¿cómo podemos decir que no de una manera efi caz para preservar la relación? Pruebe este enfoque de tres pasos: primero, escuche atentamente y exprese empatía por la situación de la otra persona. Segundo, explique clara y honestamente la razón de no poder satisfacer la petición. Tercero, ofrezca una alternativa o compromiso, si es posible. El uso de este tipo de comunicación refl exiva ayuda a evitar confl ictos innecesarios. Aunque su sugerencia no sea exactamente lo esperado por la otra persona, el esfuerzo de responder con cuidado demuestra su buena voluntad, y eso marca la diferencia.

Por ejemplo, supongamos que su cónyuge sugiere salir con los niños el fi n de semana, pero usted está agotada. En lugar de ignorar la sugerencia o sonar molesta: “¡Solo quiero descansar!” o “Quizá la próxima vez”, podría decir: “Me encantaría salir contigo y los niños, pero esta semana estoy agotada y necesito descansar. ¿Qué tal si en vez de eso planeamos algo para el próximo fi n de semana?”. Una respuesta así demuestra cariño y consideración, aunque diga que no. Y lo más probable es que su familia lo entienda, e incluso se alegre de darle el descanso necesario.


Al dar consejos o estar en desacuerdo


A la mayoría de las personas no les gusta recibir consejos: a menudo los sienten como un juicio. Aunque el mensaje sea útil, cuando se transmite bruscamente puede ser difícil de aceptar.

Por lo tanto, a la hora de orientar a alguien importante para usted, su amor y respeto deben transmitirse con la misma claridad que su opinión. Una forma útil de hacerlo es comenzar elogiando en lugar de señalar lo malo.

Por ejemplo, en lugar de decir: “Eres genial, pero perezoso”, intente: “Si fueras un poco más diligente, serías perfecto”. El cumplido actúa como un cojín, suavizando el consejo y facilitando su recepción sin actitud defensiva. Cuando no esté de acuerdo con alguien, también es importante no decir cosas como “estás equivocado”. Cada uno tiene su propia perspectiva, y aunque algo no le parezca correcto, puede haber una razón por la cual tenga sentido para el otro.

Cuando necesite expresar una opinión diferente, empiece reconociendo el punto de vista de la otra persona. Un simple “puedo ver por qué piensas así” o “eso tiene sentido” muestra respeto y abre la puerta al diálogo. Luego, añada con delicadeza su propia perspectiva: “Así es como yo lo veo”. Este tipo de empatía amortigua el desacuerdo y mantiene una conversación respetuosa. Cuando abordamos las diferencias con comprensión, es mucho más fácil llegar a una conclusión beneficiosa para ambas partes.

Este tipo de empatía amortigua el desacuerdo y mantiene una conversación respetuosa sin herir sentimientos. Cuando abordamos las diferencias con comprensión, es mucho más fácil llegar a una conclusión beneficiosa para ambas partes.



El respeto es la base de una comunicación como un cojín. Así como el relleno da suavidad a un cojín, el respeto da calidez y comodidad a nuestras palabras. Sin él, incluso las expresiones más educadas pueden sentirse vacías. Para reconfortar de verdad a los demás, nuestras palabras deben estar llenas de auténtico respeto. Pero no se trata solo de lo que decimos, sino también de cómo lo decimos. Un tono suave, una expresión cálida y un lenguaje corporal abierto ayudan al interlocutor a sentirse realmente respetado. Incluso las palabras amables pueden perder su efecto si se pronuncian con un tono cortante o un rostro frío. Nuestras expresiones y gestos deben coincidir con nuestras palabras para que el mensaje se sienta plenamente.

¿Por qué es importante? Porque el respeto hace posible la comunicación real, y la buena comunicación crea armonía en el hogar. En una familia donde el respeto fluye con naturalidad, todos se sienten más felices. No hace falta gritar “me preocupo por ti” o “te respeto”; deje que sus palabras lo demuestren. Hable con amabilidad, como un cojín blando y estable. Con el tiempo, se convertirá en el tipo de persona a la que otros se sienten naturalmente atraídos, como un cojín acogedor en sus vidas.
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